Siempre ha habido un gran debate sobre la efectividad del cambio de hora, ya que dos veces al año, los ciudadanos deben adelantar y atrasar sus relojes.
Hay quien piensa que simplemente sirve para perjudicar, ya que altera en cierta manera las horas de sueño. Sin embargo, el principal motivo del cambio de hora, es el gran ahorro energético que supone. Con el cambio, se suele ganar eficiencia energética, ya que cuantas más horas de luz tengamos durante el día, menos cantidad de electricidad se consumirá. Siempre ha habido un gran debate sobre la efectividad del cambio de hora, ya que dos veces al año, los ciudadanos deben adelantar y atrasar sus relojes.
Este procedimiento, se remonta a la primera crisis del petróleo (1974), en la que muchos países decidieron adelantar la hora de sus relojes para tener más luz natural durante el día. Esta medida, se aplicó como directiva el año 1981, renovándose cada cuatro años.
Esta medida, no solo supone un ahorro de energía, sino que también beneficia a numerosos sectores como el transporte, el turismo y el ocio. No obstante, hemos de tener en cuenta que el ahorro energético también depende del factor humano.
El potencial del ahorro de energía depende mucho del comportamiento responsable que se lleva a cabo en cada hogar. Que se enciendan o no luces artificiales cuando sea explícitamente necesario y sobre todo el aprovechamiento correcto de la luz natural. Por eso, existen diversas identidades que recomiendan hacer uso inteligente de la luz en los hogares para aprovechar al máximo las horas de sol.
También hemos de tener en cuenta la introducción de la tecnología LED en muchos hogares, empresas y espacios de ocio. El uso de esta tecnología supone una disminución del consumo eléctrico.
Por esa razón, muchos expertos recomiendan no derrochar energía durante el día, sin necesidad de hacer responsable al cambio de hora. Por ejemplo, las calefacciones en las terrazas y la ausencia de un buen aislamiento en los edificios conllevan un aumento del consumo.
Los cambios de hora repercuten en mayor cantidad a las familias, ya que vuelven a casa cuando ya es de noche y, por lo tanto, no pueden aprovechar como es debido la luz natural. No podemos olvidar el consumo energético de la calefacción en invierno y en verano del aire acondicionado.
Como conclusión, hemos de admitir que el cambio de hora supone en gran parte un ahorro de energía, pero la responsabilidad del uso responsable es del individuo.
Debemos tomar consciencia y consumir energía cuando realmente la necesitemos. Pequeñas acciones como apagar las luces cuando no estamos en las habitaciones, encender la calefacción o el aire acondicionado cuando sea estrictamente necesario y desconectar los aparatos que están en stand by, entre otros.
Hacer de este lugar, un lugar mejor, reduciendo el consumo de energía.
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